sábado, 8 de febrero de 2014

La soledad de la mente 3 Elliot


¿Cuantos días había pasado desde la última visita de Moira? El control del tiempo era bastante difícil en aquel sitio, un sitio que estaba y no estaba en la tierra y que él sentía como si no estuviera en ninguna parte. Oh que listo fue Glen al crear al Abyss. Carraspeó para aclararse la garganta mientras abría los ojos y miraba al techo, durante siglos se había acostumbrado a dormir en el suelo, una extraña afición sin duda, pero el maldito alquimista no había considerado ponerle una cama en su prisión. La luz del sol se filtraba por las rendijas de aquella parte del muro que daba a la tierra. Al menos sabía que era de día, eso ya era algo.
Si Moira no aparecía eso solo querría decir que no había ninguna novedad de lo que informarle, una lastima pues ese crío, ese Vincent Baskerville era un valioso enlace hasta Petter. Pero arg! malditos Baskervilles ellos le habían jodido su vida y no pararía en maldecir el día en que su hermana decidió unir su vida con las de ellos; pero tanto tiempo allí encerrado solo había servido para que su odio fuera aumentando y que sus ganas de venganza fueran creciendo, y conseguiría vengarse solo tenía que recuperarle a él, al tiempo. Aunque sabía que eso de atrapar a su nieto estaba complicado y más sin un Baskerville que le abriera aquella maldita prisión para dejarle libre.
Aburrido se levantó de aquel frío suelo de mármol, la verdad es que aquel palacio había sido toda una obra de arte, hasta que pasó lo que pasó, le resultaba curioso lo que un humano había llegado a conseguir, y él conseguiría mucho más conseguiría acabar con aquella familia, y no descansaría hasta ver el cuerpo de Glen reducido a cenizas, oh que dulce sueño era aquella visión, y que rabia daba estar allí encerrado sin poder cumplirla. Pero sabía, sentía que iba a quedar muy poco para poder ser libre, una extraña corazonada se lo decía.

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