viernes, 20 de diciembre de 2013

Naturaleza

Aquel malestar comenzó en cuanto volvió a la casa del árbol, todo estaba como lo había dejado, o al menos parecía estar así. El silencio envolvía toda aquel lugar, como siempre había sido durante años y años, donde solo había escuchado las voces que le hablaban desde el interior de su cabeza; pero esta vez no había voces no había nada, solo aquel malestar en la boca del estómago.

Recorrió aquella cabaña en completo silencio, incluso con el temor de que sus pisadas hicieran mal ruido de la cuenta e impedían que escuchara a sus voces, pero nada, no escuchaba nada ¿qué había pasado? No entendía muy bien aquella sepulcral falta de voces, bueno podía entenderla en cierto modo, ya que, si, Glen ya no estaba consigo, y lo cierto es que había esperado estar muerto pero ¿y si lo estaba? No, podía escuchar el latir de su corazón, su respiración tranquila y acompasada y casi el sonido de la sangre al circular por sus venas.

Una punzada de dolor le hizo correr hacia aquel baño, tirarse en el suelo y vomitar en el retrete como si de un resacoso se tratara, pero, no era nada de eso, pues de su boca solo salía sangre, eso, solo le había pasado en contadas ocasiones. Mientras sus ojos reflejaban la confusión y el miedo con una mano se apartó el pelo de la cara, sentía el sabor oxido de la sangre en su paladar, pero parecía que tras haber vomitado aquel malestar en su estómago había desaparecido. Cerró los ojos con fuerza, intentando ponerle un porque a lo que acababa de pasar, apoyando la espalda en la pared, sintiendo el frio de los azulejos, ese frio sin duda resultaba relajante.

Cuanto tiempo pasó en aquella postura no sabría bien decirlo, pero cuando se levantó lo hizo con intención de lavarse la cara, espabilarse y volver a ser él y hacer como si nada hubiera pasado, pero el espejo, ese maldito enemigo de toda persona al levantarse le mostraba una imagen bastante curiosa, lo que le hizo detenerse y contemplar su reflejo anonadado, sus ojos negros, completamente negros y aquella marca que con aquel aspecto había tapado con su tatuajes había crecido bastante, quizás solo fueran alucinaciones causadas por su enfermedad, era mucho mejor no hacerles caso. Finalmente abrió el grifo y dejó que el agua fría le espabilase de nuevo, volviendo a mirarse en aquella maldita superficie reflejante, y la imagen no cambiaba, aunque ahora había algo más, aquella sonrisa perturbadora e infantil enmarcada por largos cabellos blanquecinos y presidida por dos grandes y brillantes ojos violáceos, Alyss, la reina blanca como Petter la llamaba estaba allí mirándole cara a cara, lo que hizo que el brujo diera un paso hacia atrás dubitativo.
- ¿Qué puede asustar a un cuervo? – aunque ella no estaba en aquel lugar su voz se escuchaba perfectamente dentro de su cabeza, y esa voz fue la que calmó su alma por unos instantes, pues el silencio se había roto-.

- Mi reflejo - ¿para qué iba a mentir? Ella podía saber la verdad con tan solo mirarle a los ojos, pero parecía que su respuesta le resultaba bastante graciosa, pues la muchacha sonrió con un leve atisbo de dulzura -.

- ¿Temes a tu naturaleza? ¿Temes ser lo que eres? – no hizo falta que el brujo respondiera con palabras, pues simplemente afirmó con la cabeza-.

No fue un dialogo bastante largo pues ella desapareció del espejo dejando tras de sí un olor agradable a sus típicas rosas azules, el brujo bajó la mirada ante su ausencia, ella nunca le aclaraba nada, pero agradecía poder haber escuchado su voz y que aquel incomodo silencio se rompiera.

Abandono el baño intentando aclarar su mente, pero ese intento de aclararse se vio roto cuando volvió a escuchar una voz bastante cuervil dentro de su cabeza, un contrato conjunto, Glen no le había dejado morir, pero tampoco le había dado las respuestas que prometió, pero al menos no estaba en silencio, una amplia sonrisa se dibujó en su rosto segundos antes de que su cuerpo tomara la forma de un cuervo y saliera volando de aquella casa de pájaros. 


viernes, 6 de diciembre de 2013

Recuerdos

De vez en cuando nunca venía mal recordar, recordar el pasado que a veces tanto se había molestado en olvidar, pero ahora, estaba dedicándose a recordarlo, tomándose su tiempo para hacerlo mientras disfrutaba de aquel té de fresas con nata, era extraño, solo tomaba té cuando Petter le obligaba o su padre le invitaba, aunque a decir verdad hacía siglos que no veía a su padre, y cierta parte en su interior le extrañaba, pero seguía odiandole demasiado como para presentarse en su casa y hablar con él. Suspiró con levedad y miró hacia el cielo acomodándose en esa hamaca que tenía en el porche de aquel gigantesco árbol que había convertido en su casa. mientras se balanceaba de un lado a otro recordó la ultima ve que habló con su padre.

" - ¿En qué has cambiado? ¿En qué has crecido? Para mí no parece como si hubieras cambiado tanto como para no ser la misma persona de antes. Dime entonces, ¿en qué punto no eres exactamente tú?" 

Esas fueron las palabras que le dedicó su padre, palabras que le dijo cuando el se dignó a volver, aunque claro, no volvió como Gilbert sino con Neo, y parecía que eso no le terminaba de agradar, quizás era algo normal, pese a todo, pese a que fuera él quien lo odiara, pareció que el enfadado con todos era Revi.

"- Honestamente, sigues siendo alguien con quién no se puede razonar. Como siempre.¿Sabes? Aun así…dices que está bien perdonarme y ¿ como perdonarte a ti? 
- No puedes Gilbert, nunca vas a poder perdonarme"

Cerró los ojo ante ese recuerdo, no era demasiado alegre a decir verdad, y sin embargo ese hombre fue el único que le había enseñado a tener una familia de verdad, hasta la muerte de Lacie, desde ese momento Revi cambió completamente, y por eso no podía perdonarle, no podía perdonarle nada a alguien que no se perdonaba a si mismo.