jueves, 29 de mayo de 2014

Encadenado

Aquella casa se mantenía en el silencio que Zeit siempre adoraba, miraba cada una de las cajas, si que tenían tonterías aquellas dos. Durante unos segundos se quedó mirando una nota sobre las cajas, allí había escrita una serie de señas, allí tendrían que mandar todas aquellas cajas. Pero claro no iba a hacer todo el trabajo él solo, no iba a empezar sin el novio de la cría. No sabía a la hora que aquel hombre llegaría, pues seguía sin poder verlo, y eso le angustiaba ¿estaría fallando su poder? Si eso era así significaba que un nuevo dios del tiempo había nacido en su panteón y podía llegar a vencerlo.
Suspiró sentándose en una de las sillas y poniendo los pies sobre una de las cajas, le tocaría esperar. No esperó demasiado, unos 10 minutos cuando sintió que la puerta se abría, ya era hora de que llegara. Se aclaró la garganta con un carraspeo; para intentar alzar la voz sin que su garganta se quejara demasiado.

- Ni la cría ni su novio son puntuales....

Antes de que pudiera darse la vuelta escuchó un ¡Click! en su cuello, y el suave susurro de Elliot.

- Siento haberme demorado tanto, no sabía como presentarme ante ti...

La voz de Elliot sonaba, dulce, melosa y carente de vida, Zeit se puso en pie y agarró su bastón asestándole un golpe en el cuello a su abuelo, la calavera que adornaba el cabezal de este logró hacerle una herida, una especie de corte que no sangró. El pánico y la ansiedad se apoderaron del dios, que antes que pudiera reaccionar ante su descubrimiento recibía un golpe, un golpe que hizo que su nariz comenzara a sangrar y esta sangre manchara el suelo. Elliot al ver su expresión de pánico no pudo hacer otra cosa que reír, y cuando vio que el albino se disponía de nuevo a golpearle simplemente ordenó.

- No me ataques

Zeit exhaló una especie de grito, pues notaba como aquella especie de collar que Elliot le había puesto comenzaba a oprimirle el cuello, dejándole poco a poco sin respiración, hasta que se vio obligado a tirar su bastón, y aquella opresión en su cuello desapareció, y la ansiedad en su pecho aumentó.

- ¿qué es esto?

Logró musitar, un susurro ronco, pues la garganta, bien sabido era por Elliot que su garganta era un gran punto débil, sus ojos se habían comenzado a llenar de lagrimas pues le escocían, siempre que lloraba lo hacían, y le era muy desagradable, pero aquello ahora mismo no lo lograba sentir, solo quería que Elliot le explicara que demonios le había hecho.

- Ahora eres mio, mi títere, estas obligado a hacer todo lo que yo desee, dale las gracias a tu querida hermanita...

Elliot se lo explicó de forma sencilla, ya iría el muchacho comprendiendo poco a poco que le había hecho, como le había logrado fastidiar la vida solo poniéndole cara de angelito a Afrodita.

- No te voy a encerrar en una jaula, por ahora... eres mío, harás lo que te ordene, y espero que lo hagas de un modo fácil y no me obligues a castigarte, por ahora mis únicas ordenes son sencillas, une tus dos mitades, y despídete de tu mundo, pues no quiero que te refugies en él, nadie debe saber lo que te he hecho.


Elliot no dijo mucho más con aquello había bastado para que el muchacho se hundiera, y un sentimiento de odio hacia Alice creciera dentro de él  ¿cómo había podido traicionarle de aquella manera? Elliot se desvaneció de aquel lugar, y el muchacho tapando su sangrante nariz puro rumbo a tu templo, pues ahora aquellas visiones cobraban sentido, y tenía mucho miedo.

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