miércoles, 12 de marzo de 2014

La segunda visión.

Aquel templo siempre parecía permanecer en el mismo estado, sus innumerables pasillos de columnas no tenían ni una simple mota de polvo que pudiera perturbar el blancor del mármol del que estaban construidos, realmente era un interminable bosque de columnas, donde si mirabas al techo veías lo que venía siendo la imagen de un cielo, en blanco y negro con grandes nubes contrastadas por estar a contra luz con el sol, aunque claro, todo era una ilusión creada por el dios que siempre deambulaba por allí.
Al final de toda aquella columnata allí estaba el muchacho entado en aquel blanquecino trono ante su espejo, evidentemente no era un espejo cualquiera, era una especie pila, llena de un agua cristalina donde al menos el dios del tiempo podía ver perfectamente el pasado, presente y los distintos futuros que barajaba el destino. Pero allí en aquel trono no se encontraba el dios que debía, sino que estaba aquel gato suyo, Cabrón, digo Carbón, ese gato delgaducho negro que no paraba de temblar conforme le entraba alguna brisa.
Zeit estaba mucho más adentro, en aquella parte del templo que parecía una vivienda, pues aunque era un dios no iba a estar todo el tiempo entado en un duro trono, claro que no, estaba en aquella parte del templo, sentado en el suelo mientras leía bastante entretenido un libro escrito por algún mundano que seguramente ya había muerto. La estampa rebosaba tranquilidad, y solo se escuchaba aquel ruido de reloj que parecía nunca cesar y el pasar de las paginas cuando el albino muchacho terminaba de leer una página.
Desgraciadamente esa tranquilidad se rompió cuando el dios abrió los ojos de golpe, pues parecía que en su mente se dibujaba una visión.

" Zeit miraba arrinconado desde aquella celda a su alrededor, el suelo de aquella prisión parecía estar manchado con su propia sangre, pero su visión estaba nublada ¿qué le pasaba en los ojos? Se llevó las manos a lo ojos, y entonces vio aquellas cadenas en sus muñecas y quedó vagamente paralizado hasta que sintió una gota de sangre caer de sus ojos hasta su mano izquierda, entonces gritó"

Y aquel grito no se escuchó solamente en aquella visión, en aquella sala donde se encontraba Zeit parecía completamente ido, sus ojos se mostraban blancos y no mostraban ni siquiera aquel reloj que tanto le caracterizaba, aquel grito parecía haber descargado parte de energía pues había mandado todo lo que tenía delante contra la pared, pero la visión parecía seguir.

"Un leve temblor se apoderó de él, y tras ese grito la garganta parecía arderle, pero haciendo un acopio de fuerzas intentó gatear hasta aquellos barrotes, para intentar reconocer aquel lugar, y por el pasillo de aquella prisión vio una sombra y escuchó una risa, una sombra y una risa, pero sabía que era una sombra pues ese ser escapaba a su poder de visión ¿Quien demonios era? ¿sería la misma persona que le dejó sin su amada Arcadia? Pese al temblor se llevó las manos a la cabeza intentando forzar su poder innato, pero no podía ver nada más que la estancia que le rodeaba. Entonces apoyó la cabeza entre dos de los barrotes, sintiendo el agradable frió de estos sobre la piel, y fue cuando alzó la mirada para ver la fila de celdas que había frente a la suya. Eran mucho más pequeñas, y parecían estar ocupadas ¿quien compartiría su desgracia? Intentando aclararse la sangre de los ojos con una manga ya algo ajironada forzó lo que le quedaba de visión para reconocer a aquellas personas, frente a él cara a cara se encontraba Alice, oh pobre niña, pues no parecía tener muy buen aspecto, aunque tampoco era una niña ya, en la celda de al lado aquella mujer, ¿estaba embarazada? Al estar más lejos y sus ojos medio ciegos no pudo reconocerla, pero al otro lado de Alice había alguien más. Y esta vez la angustia se apodero de él, de tal modo que comenzó a arañarse él mismo los ojos, en un arranque de locura y pánico, queriendo así acabar con aquella horrible visión. Si ella estaba allí ¿donde estaba la pequeña? ¿donde estaba su Alicia? Lo ojos comenzaron a escocerle, y quizás por la perdida de sangre o porque la visión terminaba Zeit cayó en el suelo murmurando un nombre"

- Lyriel....

Al terminar aquella visión pareció que volvió en si mirando entonces sus manos, sus muñecas estaban bien, su ropa estaba intacta aunque sintió como una pequeña gota de sangre caía a su mano, y aunque se asustó no venía de sus ojos, sino de su nariz, y fue entonces cuando miró a su alrededor, Mad Hatter había salido como si inconscientemente le hubiera invocado y todo aquel lugar parecía haber sufrido un terremoto o algo por el estilo, pues claro esta que él no se había dado cuenta de que aquello lo había hecho él mismo. Cogió aire abrazándose sus propias rodillas y hundiendo la cabeza en estas, ahora solo quería que esa horrible visión no fuera cierta, pues ya había tenido suficiente con la de Zeit, y es que el muchacho nunca solía mirar su propio futuro, y por ello aquello le aterrorizaba, tanto que no se percató en que el sonido del reloj se había detenido y que alguien entraba en su templo-

viernes, 7 de marzo de 2014

El pasado más reciente

Nada podía expresar el alivio que sintió cuando su cuerpo de nuevo apareció en aquella casa del árbol, las plumas de Raven inundaban toda la sala que hacía de aquel salón, gracias a Glen tenía una oportunidad de nuevo para danzar por aquel mundo, pues si por Alyss hubiera sido habría acabado siendo otro ser del Abismo. Cuando sus ojos se acostumbraron de nuevo a la luz, y sintió que las fuerzas volvían a él se puso en pie pues no debía de perder tiempo, debía salvarla de aquella gente que decía ser su familia. aunque a decir verdad sentía todo el cuerpo dolorido, pero estaba empeñado y no pararía hasta conseguir su propósito.

Una risa resonó por aquella vacía estancia, bueno, si esa risa no era producto de su locura aquel lugar no estaría del todo vacío, por ello miró hacia su alrededor hasta volver a escuchar esa risa y entonces mirar hacia el techo, y allí sentado en una de sus vigas como si fuera el más cómodo de los sillones estaba Petter, al cual parecía divertirle algo. Gilbert frunció el ceño al verle allí, pues era evidente que no esperaba que aquel loco sombrerero deambulara por su casa.

- ¿Qué haces aquí? - la pregunta no iba de malas y esperaba que el pelirrojo lo entendiera-
- Gilbert Gilbert.... la bruja a ardido... perderás el tiempo si intentas rescatarla como si fuera una princesa, pues las cenizas no son rescatables.

Petter sabía bastante bien que la zorrita de su hermanastro no había muerto, pero claro estaba que era mucho más divertido que él pensara que si, y que ella lo diera todo por perdido, era tan divertido el dolor ajeno. Gilbert por el contrario no se tomó tan bien la noticia, no le divertía ni lo más mínimo saber que ella había muerto. Calló de rodillas profiriendo un grito de impotencia que resonaría por todo el bosque, in prestarle más atención a Petter, que con una macabra y burlona sonrisa se evaporó de allí como si nunca hubiera estado en aquel lugar, dejando pues a Gilbert que no podía contener aquellas lágrimas que empezaban a brotar de sus ojos sin control alguno.

sábado, 15 de febrero de 2014

La soledad de la mente 4 Neo

Aquel lugar siempre le había recordado al limbo, el limbo, un territorio entre la vida y la muerte ¿ podría decirse que estaba vivo en ese estado? No claro que no, pero tampoco estaba muerto. Todas aquellas medicinas, todas aquellas drogas le hacían estar en un limbo. Un limbo que le dejaba atontado acurrucado en un rincón a solas con su pensamiento. Su pensamiento que hacía que esas cuatro paredes blancas se trasformaran, y eran un bosque, un bosque enorme y hermoso y él no era él era un cuervo posado en una rama, una rama  que se reflejaba en el agua, y ese reflejo suyo en el liquido le hacía quedarse completamente embobado.
Pensamientos tranquilos, gracias a la medicación que le hacían estar en aquel estado de calma permanente, una calma que parecía que era inquebrantable. Claro esta que aquel efecto se iba pasando, y con él aquella imagen idílica en el interior de su mente, ya que su reflejo quedó transformado, de tal manera que de su garganta salió un grito de pavor, como si a los mismos ojos del miedo hubiera mirado. Y comenzó a darle puñetazos al suelo, sin importarle el dolor pues no lo sentía, él solo quería que aquella aterradora imagen se borrara del reflejo, pues él no era ese ser, no, él era un cuervo un hermoso cuervo.
Finalmente los gritos hicieron que los enfermeros y un médico entraran en aquella habitación, sujetándole con fuerza para que no se revelara ante aquella inyección. Pero Neo no los veía eran las ramas de ese árbol las que ahora les impedían seguir golpeando el agua, hasta que sintió aquel pinchazo. Aquel simple dolor le hizo volver a la realidad, ver sangre en el suelo y a los hombre que le sujetaban, y volvió a asustarse, pero no pudo gritar ya que aquel calmante funcionaba rápido y estaba cayendo a los brazos del sueño, cosa que los enfermeros aprovecharon para asi poder curar sus nudillos, quizás lo mejor era sujetar a aquel interno, pues no era la primera vez que se hería sin llegar a ser consciente de ello.

sábado, 8 de febrero de 2014

La soledad de la mente 3 Elliot


¿Cuantos días había pasado desde la última visita de Moira? El control del tiempo era bastante difícil en aquel sitio, un sitio que estaba y no estaba en la tierra y que él sentía como si no estuviera en ninguna parte. Oh que listo fue Glen al crear al Abyss. Carraspeó para aclararse la garganta mientras abría los ojos y miraba al techo, durante siglos se había acostumbrado a dormir en el suelo, una extraña afición sin duda, pero el maldito alquimista no había considerado ponerle una cama en su prisión. La luz del sol se filtraba por las rendijas de aquella parte del muro que daba a la tierra. Al menos sabía que era de día, eso ya era algo.
Si Moira no aparecía eso solo querría decir que no había ninguna novedad de lo que informarle, una lastima pues ese crío, ese Vincent Baskerville era un valioso enlace hasta Petter. Pero arg! malditos Baskervilles ellos le habían jodido su vida y no pararía en maldecir el día en que su hermana decidió unir su vida con las de ellos; pero tanto tiempo allí encerrado solo había servido para que su odio fuera aumentando y que sus ganas de venganza fueran creciendo, y conseguiría vengarse solo tenía que recuperarle a él, al tiempo. Aunque sabía que eso de atrapar a su nieto estaba complicado y más sin un Baskerville que le abriera aquella maldita prisión para dejarle libre.
Aburrido se levantó de aquel frío suelo de mármol, la verdad es que aquel palacio había sido toda una obra de arte, hasta que pasó lo que pasó, le resultaba curioso lo que un humano había llegado a conseguir, y él conseguiría mucho más conseguiría acabar con aquella familia, y no descansaría hasta ver el cuerpo de Glen reducido a cenizas, oh que dulce sueño era aquella visión, y que rabia daba estar allí encerrado sin poder cumplirla. Pero sabía, sentía que iba a quedar muy poco para poder ser libre, una extraña corazonada se lo decía.

La soledad de la mente 2 Petter

Pocas veces visitaba el mundo mortal era cierto; pero en algunas ocasiones le gustaba estar rodeado de gente a pesar de que siempre se sentía terriblemente solo. La soledad no era algo que le molestara, había nacido con ella y muchas veces su mayor terror era que se acabara aquella
soledad. Pero ahora no pensaba en aquello solo recorría las calles silbando una animada melodía mientras caminaba. Cuando los escaparates de la ciudad reflejaban su figura no podía evitar sonreír, le gustaba aquel aspecto joven, tenía cierto aire su familia paterna, concretamente a su tío Alocer. Aquel aspecto era perfecto, al menos para él pues la verdad es que estaba bastante delgado pero a Petter le gustaba colarse en todo lugar, era algo inquieto sobre todo cuando aquellas vocecitas de su cabeza no se callaban y pese a que podía ver que había en todos los lugares en los que quería colarse nunca lo hacían le gustaban las sorpresas.
Ese día no llevaba su sombrero ni uno de sus trajes extravagantes, unos simples pantalones negros y una camisa del mismo color que hacía que su pelo rojizo resaltara en cierto modo. La gente paseaba a su lado sin percatarse de quien era él y eso le llegaba a encantar, nadie le miraba raro por sus ojos bicolores, todo el mundo pensaba que serían unas lentillas por el brillo cristalino que estos tenían. claro los jóvenes de estos tiempos eran bastante curiosos y se ponían pintas aun más extrañas que las suyas, que rara era la gente.
La melodía que salía de sus labios se detuvo por completo cuando una imagen apareció en su cabeza, era él mismo, con los ojos amoratados y rodado de una extraña neblina. Se llevó una mano al pecho cuando la imagen desapareció de su cabeza e intentó mirar a su futuro pero todo estaba borroso y solo se podía ver a él en aquel lugar y de aquella manera nada más ¿quien demonios le haría aquello? Frunció el ceño angustiado y en ese momento verse rodeado de tanta gente le angustió, le angustió de tal manera que sin pensarlo detuvo el tiempo, apenas unos segundos, los suficientes para volver al otro lado del espejo.

La soledad de la mente 1 Vincent

¿Qué hora era? no tenía ni idea, y seguro que si Petter supiese de esa duda no habría dudado en pegarle. Era sábado y la verdad es que no sabía si habría alguien esperándole en casa, y si lo había no le haría gracia que desde la noche anterior estuviera fuera. Pero aunque lo negara en muchas ocasiones necesitaba estar solo y ese día se escapó de todo cuando una punzada le atravesó el pecho, aquel reloj que le unía a Eques había avanzado otro paso. Hace semanas era un adulto y ahora por capricho del dios del tiempo era de nuevo un maldito crío. Suspiró profundamente para intentar no aterrarse ante el avance de ese reloj, intentó pensar en otras cosas pero todo lo que le rodeaba era un caos de sentimientos y emociones. A decir verdad aquel puente a aquella hora era el lugar más solitario que conocía perfecto para estar a solas contigo mismo ¿no? Se sentó en su filo mirando la punta de sus zapatillas mientras se encendía un cigarrillo dando una profunda primera calada. La verdad es que después de todo le gustaba ser joven de nuevo aunque sentimientos de culpa fueran ligados a ello. Cerró los ojos dejando que el humo bañara sus pulmones ¿Era hora de volver? no quería hacerlo no quería que la culpa y el terror poseyeran su alma, pero que demonios tantas horas sin ella y sin estar colocado eran inaguantables, solo un susurro y Eques le llevó a ese loft que ya tenía las paredes pintarrajeadas ahora era mucho menos pijo. Tomo aire y miró a su alrededor.
- ¿Hola?

viernes, 20 de diciembre de 2013

Naturaleza

Aquel malestar comenzó en cuanto volvió a la casa del árbol, todo estaba como lo había dejado, o al menos parecía estar así. El silencio envolvía toda aquel lugar, como siempre había sido durante años y años, donde solo había escuchado las voces que le hablaban desde el interior de su cabeza; pero esta vez no había voces no había nada, solo aquel malestar en la boca del estómago.

Recorrió aquella cabaña en completo silencio, incluso con el temor de que sus pisadas hicieran mal ruido de la cuenta e impedían que escuchara a sus voces, pero nada, no escuchaba nada ¿qué había pasado? No entendía muy bien aquella sepulcral falta de voces, bueno podía entenderla en cierto modo, ya que, si, Glen ya no estaba consigo, y lo cierto es que había esperado estar muerto pero ¿y si lo estaba? No, podía escuchar el latir de su corazón, su respiración tranquila y acompasada y casi el sonido de la sangre al circular por sus venas.

Una punzada de dolor le hizo correr hacia aquel baño, tirarse en el suelo y vomitar en el retrete como si de un resacoso se tratara, pero, no era nada de eso, pues de su boca solo salía sangre, eso, solo le había pasado en contadas ocasiones. Mientras sus ojos reflejaban la confusión y el miedo con una mano se apartó el pelo de la cara, sentía el sabor oxido de la sangre en su paladar, pero parecía que tras haber vomitado aquel malestar en su estómago había desaparecido. Cerró los ojos con fuerza, intentando ponerle un porque a lo que acababa de pasar, apoyando la espalda en la pared, sintiendo el frio de los azulejos, ese frio sin duda resultaba relajante.

Cuanto tiempo pasó en aquella postura no sabría bien decirlo, pero cuando se levantó lo hizo con intención de lavarse la cara, espabilarse y volver a ser él y hacer como si nada hubiera pasado, pero el espejo, ese maldito enemigo de toda persona al levantarse le mostraba una imagen bastante curiosa, lo que le hizo detenerse y contemplar su reflejo anonadado, sus ojos negros, completamente negros y aquella marca que con aquel aspecto había tapado con su tatuajes había crecido bastante, quizás solo fueran alucinaciones causadas por su enfermedad, era mucho mejor no hacerles caso. Finalmente abrió el grifo y dejó que el agua fría le espabilase de nuevo, volviendo a mirarse en aquella maldita superficie reflejante, y la imagen no cambiaba, aunque ahora había algo más, aquella sonrisa perturbadora e infantil enmarcada por largos cabellos blanquecinos y presidida por dos grandes y brillantes ojos violáceos, Alyss, la reina blanca como Petter la llamaba estaba allí mirándole cara a cara, lo que hizo que el brujo diera un paso hacia atrás dubitativo.
- ¿Qué puede asustar a un cuervo? – aunque ella no estaba en aquel lugar su voz se escuchaba perfectamente dentro de su cabeza, y esa voz fue la que calmó su alma por unos instantes, pues el silencio se había roto-.

- Mi reflejo - ¿para qué iba a mentir? Ella podía saber la verdad con tan solo mirarle a los ojos, pero parecía que su respuesta le resultaba bastante graciosa, pues la muchacha sonrió con un leve atisbo de dulzura -.

- ¿Temes a tu naturaleza? ¿Temes ser lo que eres? – no hizo falta que el brujo respondiera con palabras, pues simplemente afirmó con la cabeza-.

No fue un dialogo bastante largo pues ella desapareció del espejo dejando tras de sí un olor agradable a sus típicas rosas azules, el brujo bajó la mirada ante su ausencia, ella nunca le aclaraba nada, pero agradecía poder haber escuchado su voz y que aquel incomodo silencio se rompiera.

Abandono el baño intentando aclarar su mente, pero ese intento de aclararse se vio roto cuando volvió a escuchar una voz bastante cuervil dentro de su cabeza, un contrato conjunto, Glen no le había dejado morir, pero tampoco le había dado las respuestas que prometió, pero al menos no estaba en silencio, una amplia sonrisa se dibujó en su rosto segundos antes de que su cuerpo tomara la forma de un cuervo y saliera volando de aquella casa de pájaros.