Una risa resonó por aquella vacía estancia, bueno, si esa risa no era producto de su locura aquel lugar no estaría del todo vacío, por ello miró hacia su alrededor hasta volver a escuchar esa risa y entonces mirar hacia el techo, y allí sentado en una de sus vigas como si fuera el más cómodo de los sillones estaba Petter, al cual parecía divertirle algo. Gilbert frunció el ceño al verle allí, pues era evidente que no esperaba que aquel loco sombrerero deambulara por su casa.
- ¿Qué haces aquí? - la pregunta no iba de malas y esperaba que el pelirrojo lo entendiera-
- Gilbert Gilbert.... la bruja a ardido... perderás el tiempo si intentas rescatarla como si fuera una princesa, pues las cenizas no son rescatables.
Petter sabía bastante bien que la zorrita de su hermanastro no había muerto, pero claro estaba que era mucho más divertido que él pensara que si, y que ella lo diera todo por perdido, era tan divertido el dolor ajeno. Gilbert por el contrario no se tomó tan bien la noticia, no le divertía ni lo más mínimo saber que ella había muerto. Calló de rodillas profiriendo un grito de impotencia que resonaría por todo el bosque, in prestarle más atención a Petter, que con una macabra y burlona sonrisa se evaporó de allí como si nunca hubiera estado en aquel lugar, dejando pues a Gilbert que no podía contener aquellas lágrimas que empezaban a brotar de sus ojos sin control alguno.
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